
En el ya pasado tiempo de Pascua hemos celebrado en la parroquia dos grandes acontecimientos que deberían ser motivo de alegría y de estímulo para toda la comunidad parroquial: la celebración de la Primera Comunión de unos pocos niños de nuestra Catequesis y las Confirmaciones, de dos adultos el pasado 8 de mayo y de otro grupo de adolescentes el día de Pentecostés, ambos en la Catedral.
También finalizamos el curso catequético, celebrando la clausura el pasado domingo, dando gracias a Dios y reconociendo la labor de todos los que han colaborado en este sector de la evangelización y en el desarrollo de las celebraciones.
Las Primeras Comuniones han sido, lejos de tópicos y del frecuente aparato que conllevan, unas celebraciones vivas, participadas, respetuosas y dignas. No más y no menos que la celebración del Día del Señor en la que nuestros niños reciben sacramentalmente a Jesús por primera vez, en un ambiente de acogida, de alegría y de comunidad. No ha sido necesaria más “puesta en escena”. Es justo agradecer a las familias su colaboración.
Finalizado el curso catequético, rezamos por estos niños y sus familias para que la siembra de la Palabra dé fruto abundante.