sábado, 28 de octubre de 2017

El Domund en primera persona


Todos los años, llegado el domingo del Domund, nuestra parroquia y todas las comunidades del mundo, vuelven su mirada a los cristianos que misionan en países llamados "de misión". 
Para orar por ellos, para ayudarles económicamente en sus proyectos de evangelización, pero sobre todo, para aprender de ellos, para comprender que toda la Iglesia "es misión", que todo cristiano es misionero en su ambiente y que los que están en primera línea lo hacen siguiendo la llamada de Jesucristo y en nombre de toda la Iglesia. 
Para que nuestras iglesias y comunidades se sientan implicadas, se sensibilicen y comprendan su responsabilidad en la tarea evangelizadora de la Iglesia, algunos de estos misioneros, aprovechando su merecido descanso y su visita a sus familias cada tres años, dan testimonio de su vida en misión a niños, jóvenes y adultos. 

Nosotros este año, una vez más, hemos tenido la suerte de contar con el testimonio del P. Andrés García, nuestro paisano, feligrés de nuestra parroquia y amigo entrañable. Nos ha regalado buena parte de su "descanso que no es descanso" (porque no para de estar con unos y otros), para hablar a nuestros niños en la catequesis y también a los jóvenes y adultos en un encuentro lleno de intensidad y de vida. Nos ha contado sus trabajos y dificultades y, sobre todo, sus alegrías en la misión de los Padres de la Consolata en Bayenga, en la República Democrática del Congo. Su vida con los pigmeos de los que trae sus recuerdos y para los que le hemos transmitido nuestras oraciones y ánimo. 
Ha puesto rostro y ha presentado ante todos nosotros a unos cristianos que necesitan de todo,  -menos gratitud y sencillez, que derrochan-, para que los tengamos grabados en nuestro corazón en este día del Domund y también el día de las Lumbres de San Antón, ya que esta comunidad es la que se beneficia de una parte de lo recaudado, junto con las Siervas de Caná y la misión designada por Paqui Picón.
Gracias, P. Andrés García por recordarnos nuestra responsabilidad misionera y nuestra dignidad  de colaboradores de Jesús en la extensión de su evangelio.