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D. Antero, nuestro querido Adscrito, ha muerto.
Desde que se hizo pública la noticia de la muerte de D. Antero, no hemos dejado de recibir muestras de respeto, de cariño, de agradecimiento por su buen hacer con todos. Todos los testimonios son unánimes:
Un hombre bueno, un sacerdote ejemplar. A quien se puede aplicar aquello que san Pedro decía de Jesús: “Pasó por el mundo haciendo el bien”. Un sacerdote santo.
D. Amadeo, el Obispo Emérito que presidió la Eucaristía, - D. Sebastián se encuentra en Roma en la Visita ad Límina-, destacó el gran trabajo que realizó como Delegado de la Tercera Edad, impulsando el movimiento Vida Ascendente para mayores y que tanto fruto ha dado en nuestra Diócesis y en nuestra Parroquia.
Todos los que hemos tenido la dicha de trabajar con él coincidimos: sencillo, amable, trabajador, servicial, desprendido y generoso, entregado a la predicación que siempre escribía, al confesionario, a la dirección espiritual.
Nunca ha dicho no a cualquier servicio que se le ha pedido o ha visto que él podía hacer. Y desde hace más de 30 años y hasta hace unos días, a sus 97 años, ha estado llevando -ahora ya desde su casa-, el archivo parroquial con su letra siembre equilibrada, con su minuciosidad para escribir al mismo tiempo y comprobar el asiento en el libro, el índice y lo que llamamos tripas. El día 2 de enero de cada año entregábamos en el obispado todo el trabajo del año.
Siempre estará en nuestra memoria y en nuestro corazón. Y siempre será para nosotros, sacerdotes, un modelo a seguir y para todos un padre al que ahora tenemos cerca de Jesús para interceder por su comunidad parroquial.