Hoy hemos cumplido un sueño y algo que deseábamos desde hace mucho tiempo, después de haber sufrido la pandemia del Covid-19: peregrinar al Santuario de la Virgen de la Cabeza en Andújar.
Era una necesidad, además, expresada en diferentes foros de nuestra Parroquia. Era necesario compartir comunitariamente la fe, la vida de comunidad.
Salíamos puntualmente (la puntualidad ha sido uno de los valores de nuestro peregrinar) hacia Andújar, al Cercado del Ciprés, donde tomamos un café y unas magdalenas caseras y pudimos pregustar el ambiente de la sierra de Andújar viendo algunas especies de plantas propias del parque natural y algunas imágenes en un pequeño museo.
También puntualmente nos dirigimos al Santuario de la Virgen de la Cabeza donde celebramos la Eucaristía que nos transportaba al Cenáculo, donde los Apóstoles y los hermanos “perseveraban en la oración con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres y de María la madre de Jesús y de sus hermanos” (Hech 1,14), mientras esperaban la venida del Espíritu Santo. Así hemos vivido nosotros también esa experiencia, unidos a María en esta víspera de Pentecostés.
Y después, compartir la mesa, la charla, la amistad en el Lugar Nuevo, un lugar paradisíaco, bien cuidado y limpio, en el que nos ha acompañado un tiempo excelente bajo la arboleda del espacio junto al Río Jándula.
De nuevo con suma puntualidad salimos hacia Jaén para terminar un día de feliz memoria.